SEVILLA, VOLVERÍA A VERTE OTRA VEZ ✈️❤✌

7.7.17

La noche anterior, como de costumbre, no pude dormir nada. Hacía muchísimo tiempo que no cogía un avión y estaba aterrada por no utilizar otra palabra menos fina... Así que comencé mi aventura por los aires con apenas una escasa hora de sueño. En mi desvelada noche me dio tiempo a pensar en que el avión seguramente se retrasaría, me perderían las maletas o que incluso habría un momento en el que por fín me quedara dormida y no despertaría para ir al aeropuerto pero nada de ello surgió así, afortunadamente. 
El avión nos salía  a las siete de la mañana. Puntual y sin ningún sobresalto de momento. Mis ojos estaban abiertos, expectantes de lo que iba a ocurrir. El despegue, madre mía, casi me da un parraque ahí en medio. La verdad que los primeros diez minutos los pasé realmente mal, me mareé muchísimo, me daba vueltas la cabeza, los oídos los tenía super taponados... pero una vez pasados todo fue bien. 
Llegamos a Sevilla antes de lo previsto y, si aterrizar mola, a mi por lo menos me gustó. Cogimos nuestras maletas y nos fuimos a esperar el bus. Nos posamos en el Paseo de las Delicias y desde allí pudimos contemplar las primeras maravillas que nos ofrecía esta ciudad. Camino hacía nuestro apartamento, nos paramos a desayunar en un bar al lado del Puente de Triana. Un café y pincho de tortilla fue el primer desayuno de nuestros días allí. 
Nuestro apartamento se encontraba en Triana, era un ático con una impresionante terraza. Tenía el tamaño perfecto, era acogedor y muy silencioso. El primer día, después de deshacer las maletas, teníamos pensado llenar la nevera para toda la semana y así lo hicimos. Tras dar los primeros paseos por el barrio y tirar bastante de Google Maps para saber llegar a casa... hicimos la comida y tras una breve siesta nos dispusimos a conocer Sevilla. 
Desde el momento en que llegué la ciudad no paró de sorprenderme, es una ciudad grande, abierta y llena de alegría. Tras pasar el hermoso Puente de Triana, dimos un paseo al lado del río Guadalquivir donde al otro lado se encontraban varias casas cada uno de ellas con un color distinto lo cual embellecía aún más el lugar. Durante el paseo hizo bastante viento lo que nos ayudó a soportar mejor el calor. 
La Torre de Oro nos detuvo varios minutos, es una fuente de luz que transmite muchos sentimientos al mirarla. Durante el paseo al lado del río vimos varios barcos que hacían su recorrido plagados de turistas y canoas que nos llamaron mucho la atención. Tras subir hacia el Puente de San Telmo vimos las primeras calesas que aunque sean bonitas de ver y sean un atractivo de la ciudad, no puedo mirarlas sin compadecerme de los pobres animales.
Tras varios metros andando mirando para un lado y para el otro embobados llegamos al Parque Maria Luisa. Es un bonito y grande parque el cual comprende árboles hermosos, estanques y la fascinante Plaza de España. 
Había visto montones de fotos y vídeos sobre ella pero cuando la ves en persona impresiona un montón. Es inmesa, hermosa y elegante. Personalmente me gustó mucho. Estuvimos paseando por los puentes que cruzan sus aguas donde puedes dar un paseo en barca. Recorrimos toda España en apenas quince minutos contemplando las provincias españolas con sus mosaicos presentes en ella. 
Se nos hizo de noche allí y quisimos dar la vuelta para casa por otro sitio para conocer otros sitios y sí, nos perdimos jaja
Al día siguiente decidimos empezar el día por la derecha del Guadalquivir. Nos hicimos fotos con nuestro puente, callejeamos un poquito y quisimos conocer el Mercado Lonja del Barranco.
Nos llamó la atención el primer día ya que fue una de las primeras cosas que vimos de camino al apartamento y quería conocerlo. Por dentro es muy bonito y con montones de cosas y tiene una terraza maravillosa en la cual tomamos una merienda riquísima.

Luego nos dirigimos camino a la zona más urbana. Recorrimos la calle San Pablo hasta llegar a la zona de las tiendas en las cuales aprovechamos para hacer varias compras. Quisimos ver la puesta de sol de una manera un poquito más peculiar y nos fuimos hacía el Parasol Metropol donde vimos anochecer desde las alturas.
El tercer día lo quisimos aprovechar a tope y por ello a las siete y poco de la mañana nos encontrábamos desayunando en la terraza y hacía un poco de fresquiviris.
Por la mañana quisimos visitar el Real Alcázar y madre mía como nos costó encontrarlo... ni Google Maps daba con él. Por ello tuvimos que dar muchas vueltas y siguiendo las indicaciones que nos daban las personas que nos encontrábamos a nuestro paso dimos con callejuelas super bonitas e interesantes.
Se hizo de rogar pero valió la pena completamente. La verdad que me cuesta elegir que es lo que más me gustó pero este lugar fascinante ha sido uno de mis preferidos sin duda. El Real Alcázar es un palacio impresionante y mágico. Es enorme, bonito, recargado a más no poder de azulejos por todos sitios, con estanques y un inmeso jardín.
La entrada normal cuesta 9,50€ pero si eres estudiante se queda en 2€ que con lo bonito que es merece mucho la pena. Nosotros fuimos por la mañana temprano, me empeñé en ver hasta el último centímetro porque la verdad por lo menos a mí me enganchaba saber como eran los entresijos de un palacio tan grande.
Tomamos algo en la cafetería en el jardín con unas vistas maravillosas y visitamos los baños de María de Padilla. Antes de irnos hicimos un poco el tonto con los aspersores para refrescarnos ya que nos pasamos más de tres horas ahí dentro y ya apretaba el calor.
Salimos hambrientos y fuimos en busca de una terraza en la que comer. Elegimos una con las vistas de  Torre de Oro de fondo. Allí pedimos pechuga, calamares con verduras y esta estupenda paella que estaba buenísima. 
Casi al final de la tarde salimos de casa camino al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo situado en el Monasterio de la Cartuja. El edificio es impresionante y tiene un jardín precioso en el cual puedes dar un agradable paseo.
Y no podíamos irnos sin sacarnos una foto con "Alicia" obra de Cristina Lucas . La verdad que si te acercas de lo realista que es hasta da un poquito de mal rollo jaja pero de lejos está muy guay y no deja de ser curioso encontrarte semejante gigantona en un sitio tan emblemático. 
Tras la visita nos quedamos a ver un concierto que empezaba a las diez en el mismo sitio. Escuchamos un par de canciones y nos fuimos a cenar ya que estábamos lejos de Triana la zona que solíamos frecuentar y donde queríamos ir a cenar. 
Quisimos estirar al máximo el día ya que nuestro tiempo en Sevilla se iba agotando y tras repetir plato con otra paella en la Taberna el Papelón dimos un largo paseo nocturno. 

Al día siguiente volvimos a madrugar y aprovechamos para hacer alguna que otra compra en Primor, Nyx y Zara. Ya que en Asturias no tenemos esas tiendas y en Zara había descuentos muy golosos por las rebajas. Durante toda la mañana teníamos la idea en mente de alquilar unas bicis para aprovechar los últimos días en la ciudad y recorrer lugares nuevos. Y de camino a casa nos encontramos con este cartel de bruces, más fácil no lo podíamos tener. 
Después de comer en casa nos acercamos hasta el local donde nos atendieron unos chicos encantadores. Y tras irnos con las bicis aprovechamos para conocer sitios nuevos como las Murallas de la Macarena, la verdad que impone tener ante ti algo que lleva tantos cientos de años en pie y contiene tantísima historia. Me encantó conocerlo.
El último día lo primero que hice fue pegarme una ducha para despejar. Las maletas ya las teníamos hechas desde el día anterior. Por lo que tampoco teníamos mucho que hacer en casa.
Aprovechamos la última mañana para dar un paseo en bici aunque nos costó bastante porque fue un día bastante caluroso y nos moríamos de las agujetas de la noche anterior. Aún así hicimos un esfuerzo y mereció la pena. Comimos en el Burguer, a las tres de la tarde era muy difícil soportar el calor por lo que rellenamos el refresco una y otra vez durante la comida.
Después de comer nos dirigimos a devolver las bicicletas tranquilamente y disfrutando de la ciudad con tristeza ya que nos quedaban escasas horas allí. Volvimos a casa, recogimos las escasas cosas que nos quedaban por allí, tomamos un helado en la terraza y con muuuuuuuchísima pena nos fuimos del apartamento.
Durante los días en Sevilla me llamaron la atención, entre otras cosas, la cantidad de gente que va en bicicleta y como es respetada esta forma de transporte y la cantidad de candados que había enganchados a los puentes. Por ello, no íbamos a ser nosotros menos y con el candado que nos fuimos en mano. Elegimos el Puente de Triana porque es el que estaba cerca de nuestra casa, porque es el que más veces cruzamos, el más bonito de toda la ciudad y porque (también) era el que menos candados tenía así que no seríamos nosotros quienes echaran un puente abajo ya que pesaba un montonazo. 
Con mucha pena y con demasiadas ganas de volver nos fuimos a la estación. Durante la vuelta a casa pensaba en las cosas buenas que me había llevado del viaje. Había visto montones de fotos de Sevilla, vídeos, lo había visto montones de veces por la tele pero no imaginaba que a 800 kilómetros de mi casa me iba a sentir tan bien, como si fuera de allí de toda la vida.
Me llevo un gran recuerdo de Sevilla que recordaré siempre.

Lo siento por la calidad de las fotos sé que es malísima pero las fotos son sacadas con el móvil. Lo importante es lo que intento transmitir a partir de ellas y sea con lo que os quedéis.

Espero que os haya gustado la entrada, nos vemos en la próxima! Muuuuuchos besoss!!

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